Cuando tenía dos años, Michelle estaba jugando en el césped un día soleado cuando se fracturó la pierna.
Esto parecía inusual, dada su edad, por lo que su proveedor de atención primaria recomendó a la familia visitar el Hospital Shriners para Niños de Portland.
Poco después, le diagnosticaron pseudoartrosis congénita de la tibia, una enfermedad poco común en la que la tibia se fractura y logra sanar adecuadamente por sí sola. Los síntomas comunes incluyen cojera, acortamiento y arqueamiento de la extremidad y dolor persistente. Si no se trata, puede provocar una discapacidad importante y, aun con tratamiento, existe una probabilidad alta de que se produzcan más fracturas.
Michelle tuvo su primera cirugía en el Hospital Shriners para Niños de Portland, donde los médicos insertaron una varilla de crecimiento telescópica en la tibia que iría acompañando el crecimiento de su propio cuerpo. También le tomaron un injerto óseo de la pelvis para ayudar en el proceso de curación. El proceso de recuperación duró varios meses, pero Michelle finalmente regresó a tener la infancia normal de una niña activa.
Empezó a asistir con regularidad al Departamento de Radiología, para que los médicos vigilaran de cerca su evolución. En cada visita, el técnico de rayos X le daba a Michelle una o dos calcomanías, que ella guardaba en su libro personal de calcomanías. Fue llenando las páginas con unicornios, mariposas y osos que le brindaban una sensación de calma y comodidad.
Para mayor protección, los médicos enviaron a Michelle al Departamento de Servicios Ortopédicos y Protésicos Pediátricos, (POPS) del Hospital Shriners para Niños de Portland, donde le dieron zapatos ajustados específicamente a los aparatos ortopédicos personalizados para las piernas que le habían fabricado. “Siempre salía con unas zapatillas Nike estupendas que podían adaptarse a mi nuevo aparato ortopédico”, dijo Michelle.
Un par de años después, se programó una segunda cirugía. Le insertaron otra varilla telescópica en la tibia, con más injerto óseo de la cadera, recibió unos nuevos aparatos ortopédicos de POPS y fueron necesarios varios meses más de recuperación. Su libro de pegatinas se estaba llenando, así que compró un segundo.
Cuando tenía 13 años, los médicos decidieron quitarle algunas placas de crecimiento de la rodilla derecha, con la esperanza de que la pierna izquierda se pusiera al día y así evitar la escoliosis. A medida que Michelle seguía creciendo, fueron necesarias una tercera y una cuarta cirugía. La recuperación de cada cirugía fue todo un reto, ya que durante los siguientes años tuvo que volver a aprender a mantener el equilibrio a medida que sus piernas se iban nivelando de a poco.
Sin el Hospital Shriners para Niños de Portland, no estaría donde estoy hoy. Shriners Children's fue mi ángel guardián.
Concluyó con sus visitas a POPS cuando le colocaron su duodécimo y último aparato ortopédico, y gracias a tantas visitas para hacerse radiografías, llenó un segundo libro de calcomanías. Después de más de una década, su paso por Shriners Children's llegó a su fin y Michelle pudo volver a realizar actividades como andar en bicicleta, practicar esquí acuático y ser una adolescente activa.
De adulta, a Michelle finalmente le colocaron un fijador externo espacial Taylor en la pierna. Se pudo corregir el ángulo de su pierna, de 20 grados, a un grado y así evitó la necesidad de cirugías de cadera y/o rodilla.
“Este no ha sido un viaje fácil”, dijo Michelle. “Hay que tener un equipo que esté a tu lado para escucharte, defenderte, hablar y analizar todas las opciones”. Ella escribió en detalle sobre su viaje en un libro llamado A través de los ojos de una niña.
Hoy, Michelle es una exitosa propietaria de una pequeña empresa. Vive en las afueras del área metropolitana de Portland con su esposo y su hijo de 13 años. Le encantan los caballos, y por ocho años formó parte de un equipo profesional de entrenamiento de rodeo.
“Si no fuera por el Hospital Shriners para Niños de Portland, no estaría donde estoy hoy”, dijo Michelle. “Si no hubieran seguido estos pasos durante mis años de crecimiento, yo podría haber perdido la pierna. Shriners Children’s fue mi ángel guardián, me cuidaron en cada paso”.
Durante los últimos seis años, Michelle ha organizado una campaña de recolección de juguetes cada año durante las fiestas. Así, ha recaudado más de $8000 y juguetes para los pacientes del Hospital Shriners para Niños de Portland, y ella personalmente entrega las donaciones al hospital.