Los disfraces de Halloween son aterradores, pero los sobrevivientes de quemaduras no lo somos

El doctor Jason Heard de pie frente a una puerta de cristal con los brazos cruzados.

Jason Heard, MD (en la foto), es cirujano de quemaduras del Hospital Shriners para Niños del Norte de California, en el Instituto Pediátrico de Quemaduras Neil Reitman.

Por Jason Heard, M.D., cirujano de quemaduras en el Hospital Shriners para Niños del Norte de California

Halloween es una época en la que nos deleitamos con historias espeluznantes de demonios, duendes y ruidos misteriosos por la noche. Entre los personajes icónicos de Halloween que acechan nuestras pesadillas, se destaca Freddy Krueger de Pesadilla en la calle Elm, que es una figura amenazante con el cuerpo desfigurado por cicatrices de quemaduras.

Si bien asustarse al ver a alguien disfrazado de Freddy Krueger en Halloween es divertido, es importante recordar que los verdaderos sobrevivientes de quemaduras no son los monstruos que vemos en la cultura popular. Lamentablemente, la sociedad a menudo utiliza la representación de cicatrices de quemaduras como una señal visual para etiquetar a los personajes como monstruosos. Esta representación, frecuente en películas, programas de televisión e incluso cómics, se ha infiltrado en nuestro subconsciente, llevando a muchos a ver inconscientemente a los sobrevivientes de quemaduras como individuos aterradores y desfigurados que no pueden reintegrarse a la sociedad ni llevar una vida normal.

Esto no podría estar más alejado de la verdad. Puedo dar fe de ello porque hubo un tiempo en que la gente me tenía miedo. Hoy, la misión de mi vida es a apoyar y cuidar a los niños que enfrentan desafíos y recorridos emocionales similares a los que tuve yo, en el Hospital Shriners para Niños del Norte de California.

Cuando tenía 12 años, sufrí un accidente horrible que me produjo quemaduras de segundo y tercer grado en más del 40% de mi cuerpo. Estaba en el patio trasero de la casa de mi infancia en Urbandale, Iowa, y le eché gasolina a una fogata. Mi cara, torso, manos, brazos y hasta mi oreja derecha sufrieron las cicatrices de aquel fatídico día.

Me llevaron de urgencia al Centro de Tratamiento de Quemados de la Universidad de Iowa, donde pasé varios días sedado y conectado a un respirador. Cuando finalmente recuperé el conocimiento, tenía la cara hinchada y no podía ver. Todo estaba oscuro.

En el transcurso de los siguientes dos años, me sometí a una asombrosa cantidad de cirugías, incluidas injertos de piel y procedimientos reconstructivos. A la vulnerable edad de 13 años, ya estaba lidiando con la inseguridad propia de la adolescencia, y ahora la visibilidad de mis cicatrices solo empeoraba la situación. Los compañeros de clase me miraban fijamente y los adultos me miraban alarmados. Afortunadamente, tuve una red de apoyo y amigos maravillosos que estuvieron a mi lado.

El doctor Heard atiende a un paciente.

El Dr. Heard examina a un paciente en la clínica de quemados del Hospital Shriners para Niños del Norte de California.

Mantuve el vínculo con los Hospitales Shriners para Niños, inicialmente en Cincinnati, y luego me mudé a Dayton, Ohio. Durante años viajé desde Iowa hasta Ohio para recibir tratamiento. Shriners Children's me recibió con los brazos abiertos, brindándome una habitación en el hospital, comida ilimitada, videojuegos y constante apoyo físico y emocional. Me cuidaron como a alguien de la familia. Siempre estaré agradecido con los enfermeros y los médicos que me cuidaron tan de cerca.

En el Hospital Shriners para Niños me sometí a numerosos tratamientos con láser para emprolijar mis cicatrices y cirugía plástica para reconstruir la oreja. Hoy en día, es imposible notar mis cicatrices a menos que uno mire con mucha atención. Pero no he olvidado cómo se siente que te miren como algo aterrador. Lamentablemente, veo que estas reacciones están muy presentes en la vida de mis pacientes.

Ahora pertenezco a un grupo poco común: cirujanos de quemaduras que también son sobrevivientes de quemaduras.

A menos que se los cuente, los pacientes no saben que he estado en su lugar y que conozco bien sus necesidades de atención continua y de un trato humano: de parte mía, de sus familias y de sus comunidades.

La atención de quemaduras suele ser un proceso que dura años. La mayoría de los niños deben usar prendas de presión o máscaras transparentes para ayudar a la curación y minimizar las cicatrices. Las cicatrices no crecen ni se estiran como la piel normal, por lo que algunas pueden requerir injertos de piel para liberar la tensión. Muchos pacientes se someten a estos tratamientos para recuperar la movilidad en zonas como el cuello, la boca, los codos o las rodillas, que pueden quedar restringidas debido a las cicatrices.

Los niños que ingresan al Instituto Pediátrico de Quemaduras Neil Reitman en el Hospital Shriners para Niños del Norte de California por lesiones por quemaduras de todos los grados, reciben atención innovadora, con un equipo de especialistas con reconocimiento internacional. Nuestro programa de quemaduras ha sido acreditado por la Asociación Estadounidense de Quemados (ABA) y el Colegio Estadounidense de Cirujanos como un centro verificado de quemaduras pediátricas, y es el centro más importante de la región en atención de quemaduras pedriátricas. “Todos en Shriners Children's: nuestros médicos, enfermeros, fisioterapeutas, especialista en desarrollo infantil, especialistas en ortesis y prótesis pediátricas, así como nuestro personal de apoyo, brindan una atención incomparable, y todos los días busco atender a esos niños tan bien como me atendieron y me cuidaron a mí.

Así que, no lo duden, disfruten el espíritu de Halloween y entren en modo espeluznante.

Pero recuerden: los sobrevivientes de quemaduras no somos monstruos. Mis colegas y yo lo invitamos a ver que simplemente queremos que nos traten como a todos los demás.

El doctor Heard atendiendo a un paciente.

El Dr. Heard coloca a una paciente una máscara ortopédica facial transparente para minimizar las cicatrices faciales.

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